Autor: Navas López VM.
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La incidencia de la enfermedad inflamatoria intestinal (EII) se ha visto incrementada en las últimas décadas, tanto en adultos como en niños. En la población pediátrica este incremento ha sido notable y significativo en los menores de 10 años, que se caracterizan por presentar formas más graves y extensas de la enfermedad y con mayor tiempo de evolución. Los objetivos terapéuticos en la EII pediátrica son el control de la inflamación, la curación mucosa, la modificación del curso de la enfermedad, evitar los efectos indeseables del tratamiento y garantizar un crecimiento y desarrollo adecuados.
La identificación de factores predictivos del mal pronóstico en el momento del diagnóstico se ha convertido en una prioridad en la evaluación inicial del paciente1. La incorporación de los fármacos biológicos al arsenal terapéutico de la EII pediátrica ha contribuido a modificar el curso de la enfermedad y mejorar el pronóstico en estos pacientes. Recientemente se han publicado los resultados de un estudio multicéntrico donde la introducción precoz del anti factor de necrosis tumoral (anti-TNF) (en los siguientes 90 días tras el diagnóstico) se correlacionaba con el menor desarrollo de complicaciones fistulizantes en los siguientes 3 años de seguimiento2. Una práctica habitual es el tratamiento combinado con anti-TNF y azatioprina, con el propósito de mejorar las tasas de remisión y disminuir la formación de anticuerpos anti-TNF, con la consiguiente pérdida secundaria de respuesta debido a la inmunogenicidad de estos componentes, fundamentalmente de los preparados quiméricos3.
Antes de comenzar con un tratamiento es obligado explicar al paciente y a su familia los beneficios de esta modalidad terapéutica y sus riesgos, haciendo hincapié en el riesgo individual dadas las características del paciente. También se deben explicar las posibles consecuencias de no iniciar el tratamiento propuesto. El riesgo de desarrollo de patología tumoral en pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal atribuible a la medicación prescrita es bajo de forma global, aunque es cierto que se han identificado unos subgrupos de pacientes con mayor susceptibilidad4. El artículo objeto de este comentario concluye, con las limitaciones metodológicas previamente expuestas por los propios autores y por los revisores, que la exposición a infliximab no se asocia a un mayor riesgo de malignidad o síndrome hemofagocítico en niños con enfermedad inflamatoria intestinal, aunque sí lo hacen los tiopurínicos. Estos resultados no justifican la tendencia actual en algunos países de no prescribir tiopurínicos en estos pacientes, aunque sí parece necesario reflexionar acerca de la idoneidad de su uso en pacientes sin primoinfección por virus de Epstein-Barr1. En la tabla 1 se exponen los tipos de linfoma que pueden acontecer durante el tratamiento con tiopurínicos, sus factores de riesgo y las posibles medidas preventivas4,5.
Tabla 1. Factores de riesgo de linfoma y síndrome hemofagocítico durante el tratamiento con tiopurínicos4,5. Mostrar/ocultar
Como conclusiones, hay que destacar:
The incidence of inflammatory bowel disease (IBD) has increased in recent decades in both adults and children. In the paediatric population, this increase has been marked and significant in children aged less than 10 years, who are characterised by presenting with more aggressive and extensive forms and a longer duration of disease. The goals of treatment in paediatric IBD are control of inflammation, mucosal healing, disease modification, prevention of adverse effects of treatment, and guaranteeing adequate growth and development.
The identification of factors predictive of a poor outcome at the time of diagnosis has become a priority of the initial evaluation of the patient.1 The addition of biologic agents to the therapeutic armamentarium of paediatric IBD has contributed to the modification of the course of disease and an improved prognosis in these patients. The recently published results of a multicentre study with early introduction (within 90 days from diagnosis) of anti-tumour necrosis factor (anti-TNF) showed that this was associated with a decreased incidence of fistulising complications in the subsequent 3 years of followup.2 A widespread approach is combination therapy with anti-TNF and azathioprine, which aims at improving remission rates and decreasing the formation of anti-TNF antibodies and the subsequent loss of response due to the immunogenicity of these components, especially in chimeric preparations.3
Before starting treatment, the benefits and risks of this therapeutic modality must be explained to the patient and the family, with particular emphasis on individual risk based on the characteristics of the patient. The potential consequences of not initiating the proposed treatment must also be explained. The overall risk of developing malignant disease in patients with inflammatory bowel disease that can be attributed to the prescribed medication is low, although there is evidence of increased susceptibility in specific patient subsets.4 The article subject of this commentary concludes, within the methodological limitations already stated by the authors themselves as well as the reviewers, that exposure to infliximab is not associated with an increased risk of malignancy or haemophagocytic lymphohistiocytosis in children with inflammatory bowel disease, although such an association was found for thiopurines. These results do not support the current trend in some countries of not prescribing thiopurines in these patients, although it seems that the appropriateness of their use should be considered in patients without primary Epstein-Barr virus infection.1 Table 1 presents the types of lymphoma that may develop during treatment with thiopurines, their risk factors and possible preventive measures. 4,5
Table Risk factors for lymphoma and haemophagocytic lymphohistiocytosis during thiopurine treatment4,5.Show/hide
The chief conclusions are:
Navas López VM. Biológicos, tiopurínicos y riesgo de malignización, ¿es momento de cambiar nuestra práctica clínica? Evid Pediatr. 2017;13:60.
Navas López VM. Biologics, thiopurines and risk of malignancy development: is it time to change our clinical practice? Evid Pediatr. 2017;13:60.
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