Junio 2017. Volumen 13. Número 2

¿Es el baby-led weaning un patrón recomendable?

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Autor: Leis Trabazo R.

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En los últimos años se han multiplicado las investigaciones que ponen en evidencia el importante papel de la alimentación en los primeros mil días, incluyendo al feto y, por tanto, la alimentación de la mujer gestante, en la salud del niño a corto, medio y largo plazo. El tipo y forma de alimentación a lo largo de este periodo van a estar determinados fundamentalmente por el desarrollo y maduración del aparato digestivo, renal y del sistema nervioso central, y parece condicionar la alimentación en edades posteriores. Un momento crítico de este periodo es el destete o introducción de la alimentación complementaria, necesaria para cubrir los requerimientos nutricionales a partir de los 6 meses de vida, si bien la leche, en especial la materna, continúa siendo el alimento principal1.

Tradicionalmente la introducción de alimentos en la dieta del lactante se realiza progresivamente, dejando un intervalo de tiempo entre alimento y alimento, y en textura puré1. Sin embargo, desde que la Organización Mundial de la Salud en 2002 propuso retrasar este momento desde los cuatro a seis meses a los seis meses, hay una tendencia creciente a que el niño se autoalimente de la dieta familiar, baby-led weaning (BLW). Son los padres los que les proporcionan el alimento, pero son los niños los que deciden qué comen, cuánto y a qué velocidad. Así, la filosofía de "comer con los dedos" considera a los purés y comer con cuchara conductas obsoletas2,3.

Estudios recientes demuestran que el BLW se adopta con más frecuencia entre mujeres que amamantan, de nivel educacional más elevado y aquellas que no se incorporan al trabajo fuera del hogar antes de los 12 meses posparto. Además, parece ser un fuerte predictor del destete a la edad recomendada. Los padres que siguen el BLW lo perciben como más saludable, más barato y que hace al niño más feliz. Sin embargo, muchos profesionales de la salud, si bien consideran que podría tener beneficios, como facilitar la autorregulación de la ingesta energética, la mejor aceptación de nuevos alimentos, ya que parece relacionarse con más tiempo de lactancia materna y por tanto exposición a mayor diversidad de sabores, y menor riesgo de desarrollo de obesidad y sus comorbilidades en el niño y en el adulto, creen que hay un mayor riesgo de asfixia y de aporte inadecuado de energía y micronutrientes, en especial del hierro. Se observa también diferencias en el tipo de alimentos consumidos mediante uno y otro método. La alimentación con purés y cuchara supone un mayor consumo de cereales, enriquecidos en micronutrientes, disminuyendo el riesgo de déficits nutricionales. Es de destacar que este se vería incrementado en niños con necesidades especiales (prematuros, comedores caprichosos, retraso en la maduración, patologías, etc.)2-5.

Por otra parte, la reducción del riesgo de asfixia antropológicamente se busca con la premasticación de los alimentos previa al consumo por el lactante2. Lo que sí parece claro es que el BLW estricto no puede ser puesto en práctica antes de los seis meses, ya que precisa que el lactante pueda mantenerse sentado sin ayuda, agarre los alimentos con la mano y los lleve a la boca y realice los movimientos orales necesarios para su troceado e ingestión. Aun así, hay determinados alimentos que, por su dureza, no deben ser ofertados y la familia tendría que hacer una dieta saludable para que el lactante la pudiera compartir con ellos. Son muchas las cuestiones pendientes todavía y se necesitan estudios bien diseñados, aleatorizados y con muestra suficiente3.

El artículo “La alimentación complementaria a demanda con soporte parental educativo no incrementa el riesgo de sofocación”6 de Evidencias en Pediatría, que evalúa el riesgo de asfixia y náusea en niños con baby-led introduction to solids (BLISS) es un ensayo aleatorizado y controlado en 206 niños sanos. Destaca el importante número de alimentos ofertados con riesgo de producir asfixia tanto en el grupo de purés como en el de BLISS. Los niños con BLISS con asesoramiento a los padres de cómo minimizar el riesgo de asfixia no presentan más episodios que los alimentados con técnicas tradicionales. Por todo ello, si bien son necesarios más estudios, la alimentación con los dedos, a partir de los seis meses, sin que el alimento sea colocado en la boca del niño, con este en una adecuada posición (sentado, con la espalda recta), bajo la vigilancia y control de un adulto y con adiestramiento de la familia en qué alimentos no deben ser ofertados, podría permitir disponer de las posibles ventajas de esta técnica sin aumentar el riesgo de sofocación.

In recent years, there has been a considerable growth in the body of research demonstrating the significant role of nutrition in the first thousand days of life, including the foetal period and therefore the diet of pregnant women. The type and method of nutrition during this period are essentially determined by the development and maturation of the digestive tract, urinary system and central nervous system, and they seem to have an impact on nutrition at later ages. A critical moment during this period is weaning, or the introduction of the complementary feeding necessary to meet nutritional requirements starting at age 6 months, although milk, especially breast milk, continues to be the main food.1

Traditionally, foods have been introduced progressively in the diet of the infant, allowing some time to elapse between the introduction of different foods, and in pureed form.1 However, since the World Health Organization proposed delaying the introduction of complementary feeding from age 4 to age 6 months in 2002, there has been an increasing tendency to let the child self-feed from the family diet that is known as baby-led weaning (BLW). The parents provide the food, but it is the children that decide what to eat, in which amount, and at which pace. Thus, the “finger foods” approach considers purees and spoon feeding obsolete.2,3

Recent studies show that the BLW approach is adopted more frequently by mothers that breastfeed, with a higher educational attainment or that do not return to work before 12 months post partum. It also seems to be a strong predictor of weaning at the recommended age. Parents that practise BLW perceive it as being healthier, cheaper and more satisfying to the child. However, many health care professionals, while considering that it may offer benefits such as promoting the self-regulation of energy intake, greater acceptance of new foods—as it seems to be associated with a higher duration of breastfeeding and thus with exposure to a broader range of flavours—and a decreased risk of obesity and its comorbidities, they also believe that it carries an increased risk of choking and insufficient intake of energy and micronutrients, especially iron. There is also evidence that the types of food consumed in each method do vary. A diet based on spoon-fed purees entails a higher intake of cereals, and these are enriched with micronutrients, thus decreasing the risk of nutritional deficiencies. We ought to note that this risk would be greater in children with special needs (born preterm, picky eaters, with developmental delays, ill, etc).2-5

On the other hand, the traditional approach to minimising the risk of choking involved the mashing of foods prior to their ingestion by the infant.2 What seems clear is that strict BLW cannot be put into practise until age 6 months, as it requires the infant to sit upright, grab foods with the hand and perform the necessary oral movements for their chewing and swallowing. Nevertheless, there are foods that should not be offered due to their hardness, and families should have healthy diets for infants to partake in. Many unanswered questions still remain, and we need well-designed randomised trials with large enough samples.3

The article “La alimentación complementaria a demanda con soporte parental educativo no incrementa el riesgo de sofocación”6 in Evidencias en Pediatría reviews a randomised clinical trial in 206 healthy infants that assessed the risk of choking and gagging in baby-led introduction to solids (BLISS). It is worth noting that a high number of foods that posed a risk of choking were offered in both the spoon-fed and the BLISS groups. Infants in the BLISS group whose parents were educated on how to minimise the risk of choking did not experience more episodes than infants fed by conventional methods. For all of the above, while further research is still needed, self-feeding of hand-held foods, especially starting at 6 months and without placing the food in the infant’s mouth, while the infant is in an appropriate position (sitting upright), under the supervision and control of an adult, and having educated the family on which foods should not be offered, could allow taking advantage of the potential benefits of this approach without increasing the risk of choking.

Cómo citar este artículo

Leis Trabazo R. ¿Es el baby-led weaning un patrón recomendable? Evid Pediatr. 2017;13:27.

Bibliografía

 

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